
por ende, diferente del concepto de patología). La enfermedad será, desde
esta perspectiva, concebida como algo individual y colectivo. En este senti-
do, este fenómeno estará afectado por los imaginarios sociales dominantes.
Además, también estructurará las relaciones humanas, puesto que (como ha
mostrado la fenomenología y el interaccionismo simbólico) condiciona las
relaciones intersubjetivas. Al adentrarnos en este ámbito de conocimiento
nos podemos topar con los elementos clásicos de los estudios sociológicos:
el poder, el estigma, el rechazo, etc.
La enfermedad mantiene una estrecha relación entre el mundo de la bio-
medicina y el mundo estrictamente social. Ambos están estructurados en
función de mundos bien diferentes. El mundo de lo social está estructurado,
como diría Luhmann, a través de procesos de carácter comunicativo. En
cambio, el mundo de la biomedicina, como parte del mundo científico-tec-
nológico, se estructura en función del código verdad-no verdad. Este hecho
genera choques permanentes cuando hay interacciones entre ambos. Di-
chos conflictos los podemos ejemplificar en las relaciones entre los profe-
sionales de la medicina y los individuos. Durante muchos años se estudiaron
estas relaciones. Uno de los análisis más reconocidos es que desarrolló Par-
sons a través de su planteamiento teórico y basado en su funcionalismo. A
partir de ahí, las cosas han cambiado mucho.
La sociología de la salud se ha ido centrando más en las interacciones
sociales y en las capacidades o limitaciones de los individuos con el objeti-
vo último de promover la salud de los mismo. En este sentido, los estudios
sociales sobre la salud podríamos llegar a definirlos como aquel tipo de in-
vestigación social de aquello que limita y promueve la salud. Por ello, tiene
un objetivo claramente salutogénico y promotor de un sistema social con
estas características.
El presente monográfico es un ejemplo de la manera en que las ciencias
sociales se enfrentan a algunos de los retos actuales. Por supuesto, existen
más enfoques de tipo cuantitativo y cualitativo. También podríamos haber
incorporado otras perspectivas teóricas. Siempre tenemos la posibilidad de
plantear enfoques diferentes, por supuesto. Me vienen a la cabeza aspectos
tales como la epigenética, la proteómica o la sociología molecular (entre
otros). Nuestra opción fue la de centrar nuestro interés en la sociología de la
salud (y ámbitos afines) que hacemos en nuestro territorio.
Esperamos que este tipo de trabajos colaborativos ayuden a seguir for-
taleciendo los estudios sociales de la salud y ayuden, incluso, a mejorar la
comunicación entre diferentes disciplinas de áreas de conocimiento tam-
bién distintas. De hecho, en el propio monográfico se dan cita trabajos de
disparejos y enfoques también diferentes. Estoy seguro que el lector inte-
resado disfrutará de su lectura. En este sentido, no me gusta plantear una
Acciones e Investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X, Núm. 42 (2021). Págs. 9 a 11
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/ais.2021426237