Acciones e investigaciones Sociales. Nº 44 (2023). Páginas 142-159
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accionesinvestigsoc.2023447332
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MARCO TEÓRICO: MOVILIDAD Y DESIGUALDAD SOCIAL
La movilidad de población rumana de etnia gitana en España es considerada un fenómeno social por
sus características propias (Gutiérrez, 2021). Desde 1989 con la caída del régimen de Nicolae
Ceaucescu hasta la entrada de Rumanía a la Unión Europea en 2007, es posible apreciar un colectivo
el cual no es homogéneo, es decir, dentro del mismo es posible apreciar una constelación de grupos
que se diferencian entre sí desde una perspectiva laboral, cultural o religiosa (Baldoni, 2012). Los
desplazamientos de la población objeto de estudio, sin embargo, mantienen un factor común, la
movilidad familiar como estrategia grupal, la cual se ha ido manteniendo hasta nuestros días.
La familia para los gitanos es una estructura de parentesco que mantiene tradiciones y cultura como
salvaguarda ante problemas que puedan derivarse tanto en periodos de estabilización en un lugar
como en el proceso de movilidad (Griffin, 2008). Los sujetos y sus identidades se configuran en las
interacciones sociales (Nash, 2006), y a lo largo de la movilidad por diversos territorios son
apreciables características propias que guardan relación con el capital social y las redes de contactos
(Gutiérrez y Gimeno, 2019), donde la familia particularmente ocupa un lugar central (Sandu, 2007).
La casuística sobre las circunstancias que provocan la movilidad guarda relación con el poder
adquisitivo de las familias. La carencia de bienes económicos desestabiliza a la población, la cual en
muchos casos se ve obligada a habitar en los denominados márgenes sociales, en otras palabras,
marginación. La vida en los márgenes partiendo del caso de la población romaní, es analizada por
diversos autores desde dos ópticas; por un lado, desde las capacidades económicas (Gimeno y
Jiménez, 2020) y, por otro, desde la adaptación al medio teniendo en cuenta los procesos de
exclusión social (Clavé-Mercier, 2015; Grill, 2018; Gutiérrez, 2021). Además, la permanencia dilatada
en el tiempo en aquellos ciclos de incapacidad de hacer frente a las necesidades de la vida diaria,
catalizan de algún modo y en reiteradas ocasiones la movilidad entre territorios.
La fisonomía espacial de aquellos entornos catalogados o ubicados como en los márgenes, así como
las precarias y difíciles formas de vida en el grupo poblacional que se estudia, suele albergar
características comunes. En el caso de la provincia de Sevilla, asistimos a la proliferación de
asentamientos en las periferias de las ciudades. Cabe señalar como en otros territorios externos a la
provincia sevillana, es común además la ocupación de fábricas, casas de labranza y viviendas
deshabitadas (estos casos son más frecuentes en el levante español, Barcelona o Valencia, por
ejemplo).
Los asentamientos y en concreto aquellos conocidos como de chabolas, según Cortés (2003)
albergan aspectos comunes y que son observados en Andalucía y, por supuesto, en Sevilla. Aquellas
características pueden resumirse del siguiente modo: