VIRTUDES Y DEBERES EN LA
ETHICA MISERICORDIS
DE CONCEPCIÓN ARENAL Y SU APROXIMACIÓN AL
TRABAJO SOCIAL DEL SIGLO XXI
Francisco Idareta-Goldaracena
Departamento de Sociología y Trabajo Social. Universidad Pública de Navarra
Correspondencia: francisco.idareta@unavarra.es
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0325-5298
RESUMEN
El compromiso ético de las y los profesionales del Trabajo Social
en España es una de sus características fundamentales. Pese a todo,
se sigue dando un desfase entre sus declaraciones y sus reali-
zaciones. Frente a la incoherencia existente entre la moral pensada y
la moral vivida, Concepción Arenal plantea la razón compasiva a tra-
vés de la cual reclama el cultivo de un buen carácter y fundamenta la
obligación moral en el respeto a la dignidad humana y en la compa-
sión hacia las personas más vulnerables, siendo por ello las virtudes
éticas y los deberes morales los ejes vertebradores de su
ethica mi-
sericordis
. Por ello, el objetivo de este trabajo consiste en explicarla
brevemente y en aproximarla al Trabajo Social. Con este propósito
hemos realizado un análisis secundario de fuentes primarias y secun-
darias. Principalmente, hemos revisado libros y artículos de la autora
para conocer de primera mano sus contribuciones originales. Tam-
bién hemos analizado algunas aportaciones de referentes internacio-
nales en Ética profesional y en Ética del Trabajo Social que nos han
permitido delinear mejor las conexiones existentes entre sus pro-
puestas y las de la autora. La aportación que Concepción Arenal rea-
liza al Trabajo Social radica en el estilo compasivo de intervención
social que propone, que se deriva de la consideración que la autora
resumen
190
Francisco Idareta-Goldaracena
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
posee de la persona como fin en misma, vulnerable y, por ello, perfecti-
ble que permite instaurar una relación horizontal entre profesional y perso-
na usuaria que se erige sobre el respeto a la dignidad, la empatía y la
comprensión.
Palabras Clave: Trabajo Social, Concepción Arenal, ética de las virtudes,
ética del deber
VIRTUES AND DUTIES IN CONCEPCIÓN ARENAL'S
ETHICA MISERICORDIS AND ITS APPROACH TO SOCIAL
WORK IN THE 21ST CENTURY
ABSTRACT
The ethical commitment of professionals in Spain’s Social Services is one
of their basic characteristics. Nevertheless, there is still a difference bet-
ween their words and actions. Faced with the inconsistency between inten-
ded morality and experienced morality, Concepción Arenal raises compas-
sion as an argument to call for the cultivation of good character. She bases
our moral obligation on respect for human dignity and compassion for the
most vulnerable members of society, with ethical virtues and moral duties
thereby constituting the cornerstone of her
ethica misericordis
. Hence, this
study aims to offer a brief explanation of such work and approximate it to
social work. In line with the afore-mentiooned proposal we have carried out
a further anlysis of primary and secondary sources. First and foremost, we
have reviewed books and articles by the author to learn first-hand about her
original contributions. We have also examined certain references from in-
ternational sources on both professional ethics and ethics in social work,
enabling us to better outline the connections that exist between their propo-
sals and those espoused by the author herself. The contribution made by
Concepción Arenal to social work lies in the compassionate style of social
intervention she proposes. This derives from the consideration that she
harbours of the person as an end in themself, vulnerable and therefore
perfectible, enabling a horizontal relationship between professional and
user to be established and built on respect for dignity, empathy and unders-
tanding.
Key words: Social work, Concepción Arenal, ethics of virtues, ethics of
duty
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
VIRTUDES Y DEBERES
EN LA ETHICA MISERICORDIS
DE CONCEPCIÓN ARENAL
Y SU APROXIMACIÓN AL TRABAJO SOCIAL
DEL SIGLO XXI
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
Recibido: 08-06-2022
Aceptado:
04
-
10
-
Publicado:
31
-
12
-
INTRODUCCIÓN
Ampliar nuestra perspectiva ética nos posibilita comprender
mejor la realidad social a la que nos enfrentamos, así como te-
ner un mayor repertorio de posibles respuestas. En este sentido,
Concepción Arenal
1
plantea en sus propuestas una combinación
de ética de las virtudes y ética del deber que, sin duda, resulta
1
Concepción Arenal (1820-1893) comprendió, probablemente desde su infancia,
la importancia del dolor compadecido como elemento humanizador, siendo por ello, a
nuestro juicio, la compasión el eje articulador de sus propuestas de reforma social.
Conoció de primera mano el sufrimiento de colectivos en situación de vulnerabilidad
(personas pobres y presas, trabajadores, soldados, mujeres, etc.), considerando por
ello que la compasión era un deber que atendía a la persona desvalida “por un senti-
miento de orden y justicia” (Arenal, 1861, p. 76). Por ello entendió que la creación e
implementación de las reformas sociales debían humanizarse gracias a la compasión,
sin que por ello se pudiese perder de vista la justicia social en ningún momento. Pese
a que su autora no la llegase a sistematizar, la ética de la compasión o ethica misericor-
dis es una de las principales contribuciones que realiza Concepción Arenal. En ella,
además de considerar el sentimiento y la razón como condiciones de posibilidad de la
compasión, se refiere al amor a la humanidad sufriente y a la conciencia de humanidad
como elementos armónicos derivados de aquellos, en perfecta sintonía con propuestas
actuales como la de Kristin Neff (2022).
Idareta-
192
Francisco Idareta-Goldaracena
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
fundamental para el Trabajo Social en la actualidad. Arenal pone
el acento en la importancia de forjarse un buen carácter y de
respetar los mínimos morales exigibles y de obligado cumpli-
miento. Para esta autora, el cultivo diario de las virtudes tornaría
espontáneo el cumplimiento de los deberes. Así, la compasión
frente a la vulnerabilidad ajena no sólo es un móvil moral, sino
que permite a los sujetos actuar desde la convicción en defensa
de la dignidad humana hacia la igualdad de oportunidades. Por
todo ello, el objetivo del presente trabajo consiste en explicar qué
entiende Concepción Arenal por virtudes y deberes en su
ethica
misericordis
aproximando su propuesta al Trabajo Social.
VIRTUDES ÉTICAS Y DEBERES MORALES
EN LA ETHICA MISERICORDIS
En la ética de la compasión de Concepción Arenal la defensa
de la dignidad humana y de su perfectibilidad son aspectos trans-
versales. Todas las personas han de ser respetadas por el hecho
de serlo. Todas son igualmente dignas. No obstante, cada sujeto,
en la medida de sus posibilidades, deberá esforzarse por ser
todo lo digno que le sea posible forjándose un buen carácter.
Para Arenal (1880a), ser digno es tarea complicada, ya que la
dignidad no es bien que se recibe gratis, sino que cuesta mucho
trabajo adquirirla y conservarla” (Carta 18ª). Ser la mejor versión
de nosotros mismos nos pone a prueba a cada instante. Por lo
tanto, en la
ethica misericordis
de Arenal (1863) la dignidad del
sujeto se encuentra irremediablemente vinculada con su perfecti-
bilidad intelectual y moral, ya que “el origen de muchos de sus
extravíos es la falta de dignidad y de aprecio de mismo” (p. 53).
Todo ello guarda relación con la concepción antropológica
de Arenal, que entiende que el sujeto es vulnerable y falible. De
hecho, para ella la misión de la persona visitadora “halla su ori-
gen en la imperfección humana” (Arenal, 1863, p. 117). Y preci-
samente porque lo es, debe forjarse un buen carácter para po-
der disfrutar de bienestar con dignidad frente a tales limitaciones
constitutivas. Para Arenal (1895) el sujeto es imperfecto, yerra,
se equivoca y, por ello, “los errores se rectifican” (p. 165). Esta
Virtudes y deberes en la ethica misericordis
193
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
imperfección trae consigo errores que hay que corregir y, por
ende, dolor y sufrimiento: materia prima imprescindible para for-
jarse un buen carácter, ya que para Arenal (1863) “sin lucha, sin
contrariedad, sin abnegación, sin prueba, sin sacrificio, sin dolor,
en fin, no es posible moralidad ni virtud. ¿Quién cambia los gro-
seros instintos en elevados afectos? El dolor” (pp. 9-10). El ca-
rácter se educa cuando hemos de tomar decisiones complica-
das en situaciones dolorosas. Por ello, Arenal (1863) entiende
que el dolor es el “origen de las grandes virtudes” (p. 14).
Esta concepción de ser humano vulnerable, falible y, por
tanto, perfectible, lleva a Arenal a comprender que la ciencia y la
moral se encuentran intrínsecamente entrelazadas. Frente a di-
cha vulnerabilidad, el sujeto debe cultivarse intelectual y moral-
mente, es decir, debe ensayar y eliminar el error intelectual y
moral si quiere progresar como sujeto digno. Arenal (1880a) re-
conoce que “hay muchos que creen que nada tiene que ver la
moral con la ciencia (…); error tan grave como figurarse que son
independientes el pulmón y el estómago” (Carta 27ª). Para ella,
es evidente que “la desmoralización no sólo enerva, disipa y
destruye la salud corporal, sino que extravía, empequeñece y
rebaja las facultades del alma” (Arenal, 1880a, Carta 27ª). El
progreso intelectual y moral del sujeto y de la sociedad depen-
den del ensayo y de la eliminación del error, ya que “se ensaya;
se ve que produce ventajas; se ha hallado un instrumento de
producción más ventajoso; la sociedad ha realizado un progre-
so” (Arenal, 1880a, Carta 3ª).
Pero, para que haya progreso, hay que identificar el error que
nos hace sufrir o que nos causa dolor y rectificarlo, siendo así
como cultivamos nuestras virtudes. En sus palabras, “virtud
supone combate, sacrificio, esfuerzo, vencer alguna dificultad
que lo sea o que lo ha sido, antes de que la persona llegue al
grado de perfección en que toda acción buena es natural” (Are-
nal, 1880a, Carta). Arenal (1863, 1891) destaca la importancia
de las virtudes intelectuales y morales, probablemente, siguien-
do la estela de Aristóteles (2014), que diferenciaba entre las vir-
tudes dianoéticas (sabiduría, contemplación y prudencia) y las
194
Francisco Idareta-Goldaracena
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
virtudes éticas (justicia, fortaleza y templanza). Para Arenal, las
virtudes son fundamentales en tanto en cuanto permiten cultivar-
nos intelectual y moralmente, mejorar nuestras capacidades.
Desde el prisma arenaliano, las virtudes son los hábitos que cada
sujeto adquiere a través de las elecciones que realiza y que le
predisponen a tomar buenas o malas elecciones en el futuro. Las
virtudes también nos permiten reconstruirnos a nosotros mismos
al decantarnos por un curso de acción y no por otro, al preferir
unos valores en vez de otros.
De ese modo, para Arenal (1898):
“el hombre virtuoso halla goces y facilidades para la virtud, que le
elevan en ella cada vez más. Vencidos tiene sus impulsos egoístas,
sus apetitos groseros, sus ímpetus iracundos: luchó, triunfó, y ha
llegado a aquella altura en que no comprende cómo pueda hacer
mal a sabiendas en cosa grave, y en que su naturaleza, ennoble-
cida por su firme voluntad, tiene por ley hacer bien; este bien tiende
a acrecentarse como los tesoros del rico”. (pp. 87-88)
Por tanto, se trata de ser la mejor versión de nosotros mis-
mos forjando un buen carácter, es decir, encarnando una serie
de valores éticos mientras cumplimos con una serie de deberes
morales. De ahí que la propuesta de Arenal (1869), además de
estar influenciada por la ética de las virtudes aristotélica, tam-
bién lo está por el imperativo categórico de la ética kantiana. En
la
ethica misericordis
se combinan la ética de las virtudes con la
ética del deber. Según Arenal, se logra ser la mejor versión de
una misma mientras se cumple con los deberes morales que
tenemos asignados según nuestra situación social, teniendo cla-
ra “aquella verdad evidente que cimenta y corona la ley moral:
NO HAGAS A OTROS LO QUE NO QUIERAS QUE TE HAGAN
A TI. He aquí toda la ciencia del deber” (Arenal, 1869, p. 10)
2
.
Para Arenal, en consonancia con Camps (2021), la virtud consis-
te en ser como se debe ser, poniendo a prueba el autodominio a
cada instante para evitar la
akrasia
o voluntad débil propuesta
2
Se ha respetado el énfasis realizado por Concepción Arenal a través de las
mayúsculas.
Virtudes y deberes en la ethica misericordis
195
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
por Aristóteles (2014). No en vano, este autor fue uno de los
primeros en teorizar sobre la incoherencia existente entre las
declaraciones y las realizaciones y sobre la
akrasia
como conse-
cuencia de esa falta de autodominio.
Según Arenal (1897a) “si todos los hombres se amasen ver-
daderamente, sin leyes se realizaría el bien de todos” (p. 162),
es decir, si todos cumpliésemos con nuestros deberes morales,
no serían necesarias las normas legales (Arenal, 1881). Pero
como no lo hacemos, debemos conocerlos y practicarlos. De he-
cho, para Arenal la moral consiste en que el sujeto “conozca más
su
deber y le practique mejor”, así como en el conocimiento y la
práctica del deber, realizado por el puro amor al bien. Se ve,
pues, que la moral es: el conocimiento de lo que debe hacerse.
La voluntad de practicar aquello que se conoce” (Arenal, 1880b,
Carta 4ª). Es decir, se trata de conectar lo que pensamos y lo
que hacemos, nuestras declaraciones y nuestras realizaciones,
la moral pensada y la moral vivida (Cortina, 2021). En este sen-
tido, Arenal no señala que los deberes
se cumplen
circunstan-
cialmente, sino que
se practican
habitualmente. Todo ello porque
entiende que los deberes morales ayudan a cultivar nuestro ca-
rácter.
Efectivamente, la voluntad es otro de los elementos funda-
mentales sobre los que erige su propuesta Arenal (1861, 1863,
1891). Desmarcándose de Platón y acercándose a Aristóteles,
Arenal considera que la virtud no es un saber exclusivamente
teórico, sino que aprendemos a ser buenas personas en la prác-
tica, teniendo que elegir bien frente a situaciones complicadas,
adoptando la decisión más acertada o menos perjudicial. La vir-
tud, sea intelectual o moral, es una actividad práctica que con-
siste en saber elegir con prudencia con el propósito de lograr los
fines que nos hemos marcado, siendo para ello imprescindible
que las declaraciones se encuentren en sintonía con las realiza-
ciones. En este sentido, para Arenal, la voluntad de ser cada vez
un poco mejor, intelectual o moralmente, es intransferible, de-
pende de cada uno y es una tarea a la cual se debe dedicar toda
la vida (Arenal, 1897a).
196
Francisco Idareta-Goldaracena
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
Efectivamente, en la propuesta de Arenal, el cultivo del ca-
cter va de la mano del cumplimiento del deber moral, ya que
entiende que el deber moral de cada uno se encuentra irreme-
diablemente vinculado al derecho del otro. Por ello, Arenal en-
tiende que para forjarse un buen carácter es fundamental cono-
cer bien nuestro deber moral y practicarlo mejor (ni una ni dos
veces, sino en todo momento). Principalmente, porque el dere-
cho de unos está unido al derecho de los demás (Arenal, 1880a)
y, para Arenal, si algún ciudadano es perjudicado, antes o des-
pués, toda la ciudadanía acabará perjudicada. Las cargas socia-
les se han de sobrellevar entre todas y todos y para ello el cultivo
de un buen carácter y la práctica del deber son piezas funda-
mentales de su
ethica misericordis
.
Por otra parte, para Arenal el consuelo del sufrimiento ajeno
es el que humaniza al ser humano y a la sociedad en su conjun-
to. En sus palabras, “el dolor compadecido purifica” (Arenal,
1863, p. 17). Parte de considerar a la sociedad como una her-
mandad de sujetos iguales en dignidad y perfectibles que tienen
deberes para con ellos mismos y para con los demás. Cada uno
de ellos debe competir contra mismo y no contra las demás
personas, perfeccionando al máximo sus cualidades, gestionan-
do del mejor modo posible su autodominio y compartiendo con el
resto los frutos derivados de dicha excelencia. Toda la ciudada-
nía
3
, según su estatus social, tiene asignado un tipo de deberes
morales. En este sentido, para Arenal, la compasión es el bálsa
mo
que permite cicatrizar las heridas infringidas por el sufrimiento,
así como la impulsora del deber moral y de la voluntad de justicia.
Reconoce que el cumplimiento del deber moral se torna frío y
calculador sin la calidez de la compasión. También que las
personas cuyo sufrimiento no ha sido compadecido se desmora-
lizan, se aíslan y se convierten en un problema para todas aque-
3
En este sentido, cabe destacar los siguientes estudios (Ramos, 2012; Young,
2000; Beltrán y Sánchez, 1996) en los que se tiene en cuenta la revisión de este con-
cepto a la luz de lo público y lo privado, la ética de la justicia y la ética del cuidado.
Aspectos todos ellos en los que Concepción Arenal fue pionera.
Virtudes y deberes en la ethica misericordis
197
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
llas personas que, habiendo podido compadecerla, no lo han
hecho: “el dolor sin compasión, en vez de moralizar, deprava”
(Arenal, 1863, p. 13). En la actualidad encontramos teorías como
la del apego de Bartholomew y Horowitz (1991) en la que se di-
ferencia el apego seguro que se logra cuando el sujeto ha sido
compadecido (confía en mismo y se siente a gusto consigo
mismo) de otros tipos de apegos (el preocupado, rechazado o
temeroso) en los que los sujetos no han sido compadecidos o no
lo han sido debidamente y su cuidado ha sido inestable, excesi-
vamente frío o violento.
Aparte de la compasión, Arenal trasladó otras virtudes, aun-
que
todas ellas giran en torno a la primera. Es decir, todas ellas
reciben el sentido y la significación a partir de la compasión. Una
compasión que nos lleva a conocer y a practicar el deber moral,
así como a despertar en nosotros la voluntad de justicia. En este
sentido, hay que explicar que inicialmente Arenal se refería a la
caridad con este mismo sentido, es decir, comprendiéndola
como sentimiento activo y transformador, como deber y como
voluntad de justicia. Pero, cuando observó que, pese a sus es-
fuerzos, el que prevalecía era el sentido que le atribuyó el cato-
licismo antiliberal, es decir, como limosna, probablemente, deci-
dió compensar la falta de humanidad que destilaba ese término
utilizando otro a partir del cual podía reclamar, sin tantas interfe-
rencias, que había que hacerse cargo del sufrimiento ajeno. Pro-
bablemente por ello, habría pasado de utilizar tan asiduamente
el rmino de
caridad
(para ella excesivamente paternalista, indi-
vidualista y culpabilizador en el sentido del catolicismo ortodoxo),
a hacer lo propio con el de
compasión
, atribuyéndole a esta to-
das las características de aquella, pero sin llegar a sustituirla por
completo (Iradeta, 2020a, 2020b).
Algunos de los argumentos que esgrimimos para respaldar
esta hipótesis tienen que ver con que, desde la perspectiva are-
naliana, la caridad científica, excesivamente basada en el cálcu-
lo, deja de ser caridad en tanto en cuanto se plantea desprovista
de sentimiento. Por otra parte, para Arenal (1863) cualquier có-
digo o reglamento no es sino “el esqueleto de la caridad” (p. 77)
198
Francisco Idareta-Goldaracena
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
y aunque en los artículos de la ley únicamente hallemos lo que
no debemos hacer, sólo en nuestro corazón encontraremos lo
que sí debemos. No debiéramos ser “aplicadores mecánicos de
un artículo del reglamento, sino intérpretes de una idea: la de
conservar en el penado la persona” (Arenal, 1891, pp. 141-142).
Para Arenal la razón
siente
el impulso que brota del corazón. De
hecho, Arenal fue capaz de comprender el sentimiento de obli-
gación que se deriva de la propuesta kantiana a la que alude
Cortina (2007, 2021), puesto que entendía que el imperativo ca-
tegórico residía en el corazón de cada persona (Arenal, 1869a).
También coincide Arenal con Kant en la importancia de cultivar el
sentimiento moral de la simpatía. Todo ello porque ella entendía
que al corazón hay que ponerle cabeza y a la cabeza corazón
(Arenal, 1863) y que, para que la ayuda a las personas más
necesitadas se garantice, es fundamental la compasión.
Para ella, la experiencia debe pasar primero por el corazón,
lugar en el que se la despoja del encorsetamiento impuesto por
la razón racionalista, donde esa experiencia será comprendida
como realidad anterior a su conceptualización, es decir, en su
sentido originario y con su significación completa y, sólo enton-
ces, podrá ser racionalizada. Racionalización que siempre lleva-
rá la huella del sentido y el significado anterior a la conceptuali-
zación, que siempre llevará la marca de un conocimiento
incompleto, provisional y aproximado. Por ello, la razón compa-
siva es aquella razón que permite reconocer que en los márge-
nes que deja el foco de luz, también hay penumbra que debe ser
considerada (por ejemplo, emociones como la compasión). En
sus palabras, “la tendencia al bien (…) pasa del corazón a la
cabeza” (Arenal, 1861, pp. 78-79). Es decir, que para hacer el
bien, primero, hay que sentir y, seguidamente, pensar bien y ha-
cer mejor, ya que la sensibilidad ha de procurar equilibrarse con
la razón” (Arenal, 1891, p. 210). Una vez que se siente compa-
sión por el dolor ajeno, es cuando se piensa bien y se actúa
mejor (Arenal, 1880b). Ni el sentimiento separado de la razón, ni
la razón separada del sentimiento garantizan el cumplimiento del
deber moral ni, consiguientemente, la forja del carácter. Todo ello
porque hay que “servirse del corazón para entrar en la cabeza (…)
La enmienda por el solo sentimiento es posible; pero, en
Virtudes y deberes en la ethica misericordis
199
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
general, no será sólida” (Arenal, 1891, p. 220).
La compasión es la que pone corazón al deber y, además de
activar el sentimiento y la práctica del deber, ayuda a personali-
zar y a acercarse más y mejor a la situación de la persona nece-
sitada. El deber surge en el corazón y pasa a la cabeza, siendo
ésta la dirección que sigue la práctica del bien y el fundamento
sobre el que se erige la teoría normativa del bien de Arenal
(Iradeta, 2020a). Primero, se siente compasión. Seguidamente,
ésta se torna en deber moral y en sustento de la justicia. Por úl-
timo, el cumplimiento asiduo de este deber, puesto a prueba
frente a diferentes adversidades y contrariedades vitales, forja
nuestro carácter.
APROXIMACIÓN DE LA ETHICA MISERICORDIS
AL TRABAJO SOCIAL
Según las diferentes investigaciones consultadas (Martín,
2011; De la Red et al., 2018), en Trabajo Social sigue existiendo
una desconexión entre la moral pensada y la moral vivida, es
decir, se sabe lo que se tiene que hacer, pero, a veces, no se
lleva a cabo. Este fenómeno de la disgregación o desconexión
moral fue identificado por Bandura (1999) y ha sido investigado
principalmente desde la Psicología (Rengifo y Laham, 2022), la
Medicina (Azimpour et al., 2021) o la Enfermería (Austen y Hut-
chinson, 2021), pero apenas lo ha sido desde el Trabajo Social.
En este último caso, se ha estudiado la disgregación moral úni-
camente para comprender el comportamiento de las personas
usuarias (Brooks, 2015; Beckman y Hagquist, 2016; Byers, 2016;
Kim, 2021), pero no para explicar las negligencias y la mala
praxis profesional. Este proceso de reestructuración cognitiva
permite a los sujetos disociarse de sus estándares morales
internos y comportarse de manera poco ética sin sentir angustia
ni culpa. Hallamos así una importante desconexión entre las de-
claraciones, es decir, entre lo que decimos que vamos a hacer, y
las realizaciones, es decir, lo que acabamos haciendo (Cortina,
2021; Reynolds, Dang, Yam y Leavitt, 2014). Es decir, las y los
200
Francisco Idareta-Goldaracena
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
profesionales del Trabajo Social en España conocen el código
deontológico (saben qué es lo que deben hacer y así lo decla-
ran), pero no lo utilizan (no lo llevan a cabo, no lo llegan a rea-
lizar) (Úriz y Ballestero, 2006; Úriz, Ballestero y Urien, 2007;
Martín, 2011; Úriz, Ballestero y Viscarret, 2013; Idareta e
Iturralde, 2018), relativizando así la autoridad moral del mismo
(Úriz, Ballestero y Viscarret, 2013; Idareta e Iturralde, 2018).
Aproximando la propuesta de Concepción Arenal al Trabajo
Social, no se es buen profesional cuando conocemos lo que
debemos hacer al margen de si lo cumplimos o no, sino cuando
encarnamos a diario las virtudes y los valores propios del Trabajo
Social y practicamos consiguientemente nuestros deberes
profesionales. Cuando cultivamos en el día a día las cualidades
que nos hacen excelentes profesionales, de forma espontánea,
tendemos a cumplir con nuestros deberes morales. Aunque lo
primero no debe eximir- nos de nuestra responsabilidad de
formarnos en ética y deontología profesional para conocer todos
los pormenores más actuales en la materia, ya que el
desconocimiento en este ámbito redunda en riesgo de
negligencias y malas praxis en el ejercicio diario.
Como ya indicamos, en la
ethica misericordis
, la compasión
es una de las virtudes capitales. No obstante, Arenal destaca
también la dulzura, la firmeza, la exactitud, la circunspección, el
celo, la perseverancia y la humildad (Arenal, 1863), así como la
perseverancia y la modestia (Arenal, 1891). Para Arenal (1861)
la beneficencia es compasión oficial, la filantropía es compasión
filosófica y la caridad es compasión cristiana. Como ya indica-
mos en otro lugar, a veces la caridad aparece como sinónimo de
la compasión, otras veces como su impulsora, en otras ocasio-
nes, la compasión como impulsora de la caridad y, finalmente,
ambas como términos independientes (Iradeta, 2020a). Nuestra
hipótesis afirma que en la obra de Arenal el espíritu de la caridad
late en el corazón de la compasión, siendo finalmente ésta la que
acaba adquiriendo protagonismo como virtud central. Es decir, en
la propuesta de Arenal, tanto la caridad como la justicia son
expresiones de la compasión.
Virtudes y deberes en la ethica misericordis
201
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
Arenal entendía la compasión no desde el emotivismo irre-
flexivo, sino desde un racionalismo aristótelico y kantiano, es
decir, como deber y como justicia compasiva. Para ella, la com-
pasión condescendiente no hacía sino agravar la situación de las
personas pobres. Esa consideración de compasión respondía a
la concepción del catolicismo antiliberal en la que lo importante
era obedecer ciegamente las normas aunque no se com-
prendiesen y en la que se daba más importancia al amor de Dios
que al amor al prójimo (Arenal, 1897b). Para Arenal, el amor de
Dios no tiene sentido sin el amor al prójimo. De ahí que propon-
ga no sólo que cultivemos nuestras virtudes, sino que nuestro
deber moral garantiza el derecho legal de los demás, siendo lo
primero voluntario y lo segundo obligatorio (Arenal, 1896).
Dentro de las virtudes que Arenal (1863) considera que tiene
que contar la persona visitadora, hallamos la dulzura, ya que “para
que el pobre nos crea, es preciso que se persuada de que le ama-
mos, es preciso que nos ame” (p. 60). La dulzura debe ir siempre
acompañada de firmeza, es decir, de “razonable severidad” (p.
63). Otra virtud fundamental para ella, siguiendo la estela aristoté-
lica, es la prudencia o la circunspección: “midamos, pues, nues-
tras palabras de modo que no haya ninguna imprudente, y si es
posible, ninguna vana(p. 71). También destaca el celo o entu-
siasmo por hacer el bien, es decir, esa sensibilidad que nos lleva
más allá del cumplimiento del reglamento, a personalizar y a con-
textualizar sus normas. Frente al
hábito
[que]
embota la sensi-
bilidad
(p. 227), este entusiasmo es el que humaniza la aplica-
ción de todo reglamento que, según Arenal, no es “otra cosa que
el esqueleto de la caridad” (p. 77). Para Arenal también es fun-
damental la humildad, “que corrige sin humillar (…) [y que] es
una forma de la compasión” (pp. 83-84); la exactitud o voluntad
de ser veraces y precisos; así como la perseverancia, sin la cual
“nada somos para consolar al pobre” (p. 79). Esta virtud se
destacada también en una obra posterior, junto con la compa-
sión y la modestia sentida o razonada” (Arenal, 1891, p. 15).
El Trabajo Social del siglo XXI no puede dejar de cultivar las
virtudes de la amabilidad, la fortaleza, la prudencia, el entusias-
202
Francisco Idareta-Goldaracena
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
mo, la humildad, la precisión, la perseverancia, la modestia y la
compasión si quiere ofrecer una atención excelente. Gran parte
de tales virtudes fueron destacadas por Aristóteles (2014) (com-
pasión, modestia, dulzura, veracidad, fortaleza, prudencia, entu-
siasmo…), al que tanto Cortina (2021) como Banks (2021) con-
tinúan recurriendo, puesto que traslada una visión alternativa a
las perspectivas deontologistas y consecuencialistas que posibi-
lita el diálogo sobre el carácter de los agentes morales (Iradeta,
2022). De hecho, para Banks (2018, 2021) la virtud primordial
que se presta como punto de partida para este diálogo sobre
tales aspectos éticos es la sabiduría práctica profesional, inspi-
rada en la
phronesis
aristotélica. Probablemente, las virtudes de
Arenal no encajen con las propuestas en la actualidad por algu-
nas especialistas en la materia. Pero su sintonía con Aristóteles
nos pone tras la pista de alguien que conocía la importancia de
armonizar razón y emoción, así como de forjarse un buen carác-
ter para ser una buena profesional.
Con respecto a los deberes morales, desde el prisma de Are-
nal, las personas usuarias en peores circunstancias tendrían su-
ficiente con cumplir el deber negativo de no hacer el mal, es decir,
con no perjudicarse ni a sí mismos ni a los demás y con no dejar
su situación ni la de los demás peor de lo que está. Mientras que,
por su parte, las y los profesionales del Trabajo Social no sólo
tienen el deber de no hacer el mal, sino que también han de prac-
ticar el deber positivo de hacer el bien, ya que para Arenal (1868)
“el que puedes, debe más” (p. 8). Algo que, basándonos en la
idea arenaliana de compasión, entraña no sólo no instrumentali-
zar al sujeto, sino empoderarlo para que defienda la igualdad
ante la ley y la igualdad de oportunidades. En este sentido, los
valores de la
ethica misericordis
se podrían concretar en tres
principios éticos: no instrumentalizar a las personas; empoderar-
las actuando de forma positiva para potenciar sus capacidades y
para que puedan así desarrollar su proyecto vital; así como distri-
buir de forma equitativa tanto las cargas y como los beneficios.
Todos estos principios éticos girarían en torno a la defensa
de la dignidad y de la perfectibilidad de los seres humanos y, por
Virtudes y deberes en la ethica misericordis
203
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
ello, deberían cumplirse siempre que con ello no se perjudicase
a otros seres humanos. El primero de ellos, no instrumentalizar,
consiste en no utilizar a las personas para el logro de metas aje-
nas a un bien que ellas no hayan elegido. La obligación de em-
poderar nos obliga a potenciar las capacidades de las personas,
no sólo a no hacer de ellas un medio para el logro de nuestros
fines. Empoderar significa dotarles del poder y de las herramien-
tas suficientes para que puedan por mismas hacer realidad sus
proyectos de vida. El principio de distribuir equitativamente los
limitados recursos existentes consiste en garantizar lo mínimo
necesario para que las personas puedan participar en el diá logo
y defender sus propios intereses. En este sentido, la
ethica
misericordis
podría constituirse como marco moral obligatorio de
la ética profesional y, dado que el Trabajo Social presenta dificul-
tades en la toma de decisiones éticas, planteamos ordenar los
principios éticos del código deontológico (Consejo General del
Trabajo Social, 2012) a partir de los principios éticos que se de-
rivarían de la
ethica misericordis
de Concepción Arenal. De ese
modo, se pretende facilitar la labor de las y los profesionales, así
como de las comisiones deontológicas en sus procesos de deli-
beración. Como ya señalamos, las y los profesionales del Traba-
jo Social conocen el código deontológico pero no lo utilizan y con
esta propuesta se pretende aglutinar los 17 principios éticos del
código a partir de los 3 principios básicos derivados de la
ethica
misericordis
, permitiendo a las y los profesionales recordar estos
y organizar aquellos mucho mejor y poder así establecer cursos
de acción prioritarios con mucha menor dificultad al tener que
elegir únicamente entre tres opciones (en vez de entre 17).
El código deontológico del Trabajo Social recoge principios
básicos y generales (Art. 7). Los principios básicos son la digni-
dad, la libertad y la igualdad. Mientras que los principios genera-
les son: 1) respeto activo, 2) aceptación de la persona, 3) supe-
ración de categorizaciones, 4) ausencia de juicios de valor, 5)
individualización, 6) personalización, 7) promoción integral de la
persona, 8) igualdad de oportunidades, de derechos, de equidad
y de participación, 9) solidaridad, 10) justicia social, 11) reconoci-
miento de derechos humanos y sociales, 12) autonomía, 13) au-
204
Francisco Idareta-Goldaracena
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
todeterminación, 14) responsabilidad y corresponsabilidad, 15)
coherencia profesional, 16) colaboración profesional, 17) inte-
gridad. La clasificación se especifica a continuación en la Tabla 1.
TABLA 1. CLASIFICACIÓN DE PRINCIPIOS ÉTICOS
Principios derivados de
la ethica misericordis
Principios generales del
código deontológico (Art. 7)
Principio de no instrumentalización
3, 4, 15, 16 y 17
Principio de empoderamiento
1, 2, 5, 6, 7, 12, 13 y 14
Principio de distribución equitativa de recursos
8, 9, 10 y 11
Fuente: Elaboración Propia.
De este modo, se trata de ordenar los principios éticos más
específicos del código deontológico (Consejo General del Traba-
jo Social, 2012) a partir de los principios éticos más generales de
la
ethica misericordis
. El principio de no instrumentalización y el
de distribución equitativa de recursos conformarían el umbral de
mínimos morales que no han de transgredirse, es decir, la ética
de mínimos, mientras que el principio de empoderamiento repre-
sentaría la ética de máximos. Por ello, los dos primeros tendrían
prioridad frente al tercero cuando alguno de ellos entrase en
confrontación con este. Del mismo modo sucedería con los 17
principios generales del código deontológico. Es decir, si entra-
sen en conflicto los principios 4 y 7, el primero de ellos tendría
prioridad sobre el segundo porque aquel se ordena dentro del
principio de no instrumentalización (ética de mínimos) y este
dentro del principio de empoderamiento (ética de máximos).
CONCLUSIONES
La aproximación de la
ethica misericordis
al Trabajo Social
es útil cuando se origina la disgregación entre nuestro conoci-
miento y su aplicación, entre lo que decimos que hay que hacer
y lo que acabamos haciendo. También resulta de interés cuando
las y los profesionales del Trabajo Social no obtienen respuestas
de su código deontológico o no le encuentran sentido al cumpli-
Virtudes y deberes en la ethica misericordis
205
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
miento de sus principios éticos. La ética de la compasión de
Concepción Arenal plantea que el cultivo diario de su carácter
podrá sacarles de tales atolladeros. Al considerar las virtudes y
los deberes como armónicos (Arenal, 1880a, Carta 34ª), entien-
de la compasión no sólo como instinto, sentimiento y razón (Are-
nal, 1900, p. 175), sino como deber (Arenal, 1863, p. 209), virtud
(Arenal, 1891, p. 15) y derecho (Arenal, 1880a, Carta y 9ª). De
ese modo, al contemplar la compasión como emoción que im-
pulsa el deber y la voluntad de justicia, es más cil evitar la
desconexión moral entre las declaraciones y las realizaciones
(Bandura, 1999; Cortina, 2021). Desde este punto de vista, la
moral es el conocimiento y la práctica del deber, mientras que la
perfección consiste en conocer más y hacer mejor” (Arenal,
1880b, Carta 14ª). Por lo que no es suficiente con que las y los
profesionales conozcan los valores y principios éticos, sino que
deben encarnarlos a diario, forjando de ese modo una serie de
cualidades que redundarán indefectiblemente en beneficio de la
persona usuaria y del suyo propio. No olvidemos que virtudes y
deberes son complementarios en la propuesta arenaliana y que
las primeras amplían el alcance de los segundos.
La aportación de Concepción Arenal al Trabajo Social radica
en
el estilo compasivo de intervención social que se deriva de la
consideración que tiene de persona. Este estilo de intervención
social, lejos de circunscribirse al pensamiento anglosajón, surge
de una matriz continental europea donde el individualismo, el
paternalismo y la culpabilización del sujeto son sustituidas por el
organicismo social, la perspectiva ética, la responsabilidad com-
partida y la dignificación del trato a las personas más desfavore-
cidas (Lacalzada, 2021). La persona visitadora no sólo debía
poner en práctica los deberes negativos y positivos, sino que de-
bía cultivar también una serie de virtudes (compasión, modestia,
perseverancia…). Esto es algo que puede redundar en la actua-
lidad en un ejercicio profesional de calidad, ya que no se trata
únicamente de que las y los profesionales cumplan con los de-
beres explicitados en el código deontológico. Se trata también de
que cultiven las virtudes que caractericen su identidad profe-
sional. En este sentido, Arenal no sólo pretende despertar la
206
Francisco Idareta-Goldaracena
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
conciencia de humanidad de las personas desfavorecidas, sino
también la de las visitadoras. Por ello, también se desprende de
su propuesta que el Trabajo Social revolucionará conciencias
para reformar la sociedad siempre que cuente con profesionales
convencidas, comprometidas y excelentes. Algo para lo cual las
y los profesionales han de aprender a escuchar y comprender a
la persona, a empatizar con ella en pie de igualdad desde lo más
profundo de cada una de ellas.
Según Arenal (1891) el buen profesional está convencido
que debe cultivar sus virtudes sin desasistir sus deberes mora-
les, siendo consciente del impacto positivo que todo esto tiene
en la sociedad: “los visitadores se perfeccionan en la medida de
su abnegación, y cuando su número sea grande, grande será su
benéfica influencia social(p. 256). Todo esto guarda estrecha
relación con la propuesta de Banks (2021), para la cual las virtu-
des tienen un significado según el contexto en las que se utili-
cen. Es probable que, partiendo de la propuesta de virtudes éti-
cas de Arenal, sobre todo desde el enfoque aristotélico que las
traslada, debamos reflexionar sobre el significado que le atribui-
mos a aquellas virtudes que consideramos fundamentales en
Trabajo Social en España. Si convenimos en que la forja de un
buen carácter profesional es capital para ofrecer una atención de
calidad, no deberíamos demorar mucho más la concreción de las
cualidades que deberían poseer las y los trabajadores sociales
excelentes.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Arenal, C. (1861).
La beneficencia, la filantropía y la caridad
. Madrid:
Victoriano Suárez.
Arenal, C. (1863).
El visitador del pobre
. Madrid: Imprenta de Tejado.
Arenal, C. (1868).
La voz que clama en el desierto
. La Coruña: Tip. de
la Casa de la Misericordia.
Virtudes y deberes en la ethica misericordis
207
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
Arenal, C. (1869).
A los vencedores y a los vencidos
. Madrid: Imprenta
de Las Novedades.
Arenal, C. (1880a).
La cuestión social. Cartas a un obrero.
Ávila: La
Propaganda Literaria.
Arenal, C. (1880b).
La cuestión social. Cartas a un señor.
Ávila: La
Propaganda Literaria.
Arenal, C. (1881).
La instrucción del pueblo
. Madrid: Guttemberg.
Arenal, C. (1891).
El visitador del preso
. Madrid: Victoriano Suárez.
Arenal, C. (1896).
Informes penitenciarios. Informe presentado al Con-
greso penitenciario internacional de San Petersburgo.
Madrid: Vic-
toriano Suárez.
Arenal, C. (1897a).
El pauperismo (vol. I)
. Madrid: Librería de Victoria-
no Suárez.
Arenal, C. (1897b).
El pauperismo (vol. II)
. Madrid: Librería de Victoria-
no Suárez.
Arenal, C. (1898).
Memoria sobre la igualdad
. Madrid: Librería de Victo-
riano Suárez.
Arenal, C. (1900).
Artículos sobre beneficencia y prisiones (Vol. 2)
. Ma-
drid: Victoriano Suárez.
Aristóteles (2014).
Ética a Nicómaco
. Madrid: Gredos.
Austen, K. y Hutchinson, M. (2021). An aged life has less value: A qual-
itative analysis of moral disengagement and care failures evident
in Royal Commission oral testimony.
Journal of Clinical Nursing
.
https://doi.org/10.1111/jocn.15864
Azimpour, A., Karimian, N., Mohammadi, N., Azarnioushan, M. y Rahma-
ni, F. (2021). Validation of the moral disengagement scale among
some Iranian university students.
Iranian Journal of Psychiatry and
Behavioral Sciences
, 14(4). https://doi.org/10.5812/ijpbs.106381
Bandura, A. (1999). Moral disengagement in the perpetration of inhu-
manities.
Personality and Social Psychology Review, 3
(3), 193–
209. https://doi.org/10.1207/s15327957pspr0303_3
Banks, S. (2018). Practising professional ethical wisdom: The role of
“ethics work” in the social welfare field. In D. Carr (Ed.),
Cultivating
moral character and virtue in professional practices
(pp. 55-69).
London: Routledge.
Banks, S. (2021). Between the local and global: placing the virtuos pro-
fessional practitioner in context. In C.A. Darnell y K. Kristjánsson
(Eds.),
Virtues and Virtue Education in Theory and Practice. Are
Virtues Local or Universal?
(pp. 182-197). New York: Routledge.
Bartholomew, K. y Horowitz, L. M. (1991). Attachment Styles Among
Young Adults: A Test of a Four-Category Model.
Journal of Person-
ality and Social Psychology
,
61
(2), 226-244. https://doi.
org/10.1037/0022-3514.61.2.226
Beckman, L. y Hagquist, C. (2016). Views of Bullying and Antibullying
Working Styles Among School Nurses and School Social Workers
in Sweden.
Journal of School Violence, 15
(4), 438-459. https://doi.
org/10.1080/15388220.2015.1084234
Beltrán, E. y Sánchez, C. (Eds.) (1996).
La ciudadanía y lo político
.
Madrid: Instituto Universitario de Estudios de la Mujer, Universidad
Complutense de Madrid.
Brooks, A. (2015). Torture and terror post-9/11: The role of social work
in responding to torture.
International Social Work, 58
(2), 320-331.
https://doi.org/10.1177/0020872813487932
Byers, D. S. (2016). Recognition of Social Pain among Peers: Rethink-
ing the Role of Bystanders in Bullying and Cyberbullying.
Smith
College Studies in Social Work, 86
(4), 335-354. https://doi.org/10.
1080/00377317.2016.1222771
Camps, V. (2021).
Tiempo de cuidados
.
Otra forma de estar en el mun-
do
. Barcelona: Arpa.
Consejo General del Trabajo Social (2012).
Código deontológico de
Trabajo Social
. Madrid: Consejo General del Trabajo Social.
Cortina, A. (2007).
Ética de la razón cordial. Educar en la ciudadanía en
el siglo XXI
. Oviedo: Ediciones Novel.
Cortina, A. (2021).
Ética cosmopolita: una apuesta por la cordura en
tiempos de pandemia
. Barcelona: Paidós.
De la Red, N., Gómez, R., Hernández, . C., Rodríguez, C., Rueda,
D. y Valle, Mª. C. (2018). Deontología, ética y Trabajo Social.
Ser-
vicios Sociales y Política Social
,
35
(117), 75-89.
Idareta, F. (2020a).
Concepción Arenal:
reformadora social y moral
desde la compasión
. Madrid: Paraninfo - Consejo General del
Trabajo Social.
Idareta, F. (2020b). La ética de la compasión en el proto-Trabajo
Social de Concepción Arenal. En F. J. Blázquez (Ed.),
Biopoder y
derecho. Violencia contra las mujeres
(pp. 167-198). Cizur Menor:
Thomson Reuters - Aranzadi.
Idareta, F. (2022). De la
ethica misericordis
de Concepción Arenal a la
ethica cordis
de Adela Cortina: origen y actualidad del Trabajo
Social en España.
Cuadernos de Trabajo Social
,
35
(1) (en prensa).
208
Francisco Idareta-Goldaracena
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
Virtudes y deberes en la ethica misericordis
209
Acciones e investigaciones Sociales. ISSN: 1132-192X. n.º 43 (2022). Páginas 189 a 209
https://doi.org/10.26754/ojs_ais/accioninvestigsoc.2022437426
Kim, D. (2021). Powerlessness in the moral self: a social cognitive
perspective on drug users.
Journal of Social Work Practice in the
Addictions, 21
(2), 162-178. https://doi.org/10.1080/1533256X.
2021.1893967
Lacalzada, Mª. J. (1994).
Mentalidad y proyección social de Concep-
ción Arenal
. Ayuntamiento de Zaragoza - Ayuntamiento de Gijón.
Lacalzada, Mª. J. (2021).
Resonando la voz de Concepción Arenal:
derechos humanos y justicia social. Claves y apuntes para el siglo
XXI
. Madrid: Paraninfo - Consejo General del Trabajo Social.
Martín, M. (2011). Dilemas éticos en la profesión de trabajo social. En
T. Zamanillo (Dir.),
Ética, teoría y técnica. La responsabilidad
política del trabajo social
(pp. 19-43). Madrid: Talasa.
Neff, K. (2022). La autocompasión fiera. Barcelona: Paidós.
Ramos, Mª.D. (2012). ¿Estado Minotauro o Estado Providencia? Sobre
ciudadanía, género y feminismo,
Alcores, 13
, 17-40.
Rengifo, M. y Laham, S. M. (2022). Big Five personality predictors of
moral disengagement: A comprehensive aspect-level approach.
Personality and Individual Differences
, 184. https://doi.
org/10.1016/j.paid.2021.111176
Reynolds, S. J., Dang, C. T., Yam, K. C. y Leavitt, K. (2014). The role of
moral knowledge in everyday immorality: What does it matter if I
know what is right?
Organizational Behavior and Human Decision
Processes
,
123
(2). https://doi.org/10.1016/j.obhdp.2013.10.008
Úriz, Mª. J. y Ballestero, A. (2006). Ethical dilemmas of social workers
in the Social Services: the case of Navarre (Spain).
Journal
Européen d’Education Sociale
,
10-11
, 113-145.
Úriz, Mª. J., Ballestero, A. y Urien, B. (2007).
Dilemas éticos en la
intervención social. Una perspectiva profesional desde el Trabajo
Social
. Zaragoza: Mira.
Úriz, Mª. J., Ballestero, A. y Viscarret, J.J. (2013). Cuestiones éticas y
tipologías de comportamiento ético en la intervención profesional
del Trabajo Social.
Revista Española de Sociología
,
19
, 67-92.
Young, I.M. (2000).
La justicia y la política de la diferencia
. Madrid: Cá-
tedra.
Idareta, F. y Iturralde, J. (2018). Dilemas éticos en Trabajo Social
sanitario. Un estudio de caso.
Alternativas, 25
, 79-93.